Porque hay un ardor infinito en la lágrima atorada, en el deseo de despedida, en el no dejar todo y aventurarse, en no cerrar los ojos y confiar. Algún día podrá ser, ¿pero hoy?.
Antes eran moras, albahaca, mandarinas que explotaban entre amarguras y dulzuras para bañar la boca. Hoy es un dolor en la columna, la facilidad de queja. Es recordar que en realidad siempre ha sido así, los aromas eran perfume sobre mugre, pero lo prefería así.
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