miércoles, 5 de agosto de 2009

A mitad de semana.

Cuando atardece intento asomar la nariz.

El resto de mi cuerpo también es movilizado aunque se resiste.

La falta de gente con quién compartir cambia los recuerdos. Mis memorias más que de anécdotas se llenas de lugares, de olores, de cómo la luz pegaba al escuchar música mientras esperaba el camión, cuando intentaba dibujar enfrente de un restirador, cuando me comía un frasco entero de nutella, cuando caminaba con una laptop enorme a un café donde robarme señal. No se qué tan triste sea eso. Tal vez ahí es donde radica la felicidad que me gusta negar.

Hoy vi un poquito de la luz moribunda, poquito porque olvidé los zapatos, el piso del balcón estaba frío y el resfriado bajó con la gran siesta pero el dolor de garganta por toser no se quita, y es que me gusta tanto hablar. Todos dicen que es mejor quedarse callado hasta tener algo inteligente qué decir, si la regla fuese respetada el mundo sería tan callado y tan triste, al menos para mí, me gustan los sinsentidos y no lo digo por sentirme especial, hace mucho que me clasifiqué en el grupito al que pertenezco, no hay mucho que adivinar.

Anoche me dormí viendo Scrubs, como lo hacía casi 6 años atrás, oh tiempos de universidad y de juventud. J.D. me ha hecho reír por mucho tiempo y no conozco (personalmente) a nadie que vea esa serie. Es que son cositas pequeñas que se quedan dentro de uno, ¿será cierto que se debe compartir?, ay pero si no es fácil coincidir.

La noche todavía no termina de instalarse. Es verano y abajo en la cocina se escuchan voces. También se oyen truenos a lo lejos y creo que lloverá.

Es hora de cenar.

1 comentario:

  1. Tenía la impresión de que eras callada e introvertida, pero ahora que lo pienso, el twitter y el messenger no son representativos

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