Hubo un tiempo que creí poder dibujar, me duró como 3 años (de los 12 a los 15), después pensé que me gustaría aprender a hacerlo; también creí ser buena en matemáticas; uno de mis hermanos estudió arquitectura y voilá! de esas cosas que uno cree a pie juntillas (siempre quise usar esa frase aunque en realidad no sé que significa, en un ratito lo googlearé) creí haber encontrado mi vocación.
Desde el primer semestre de cursar la carrera me dí cuenta de mi error y aunque en mi cabeza sonaba una chicharra como cuando uno contesta erróneamente en un concurso televisivo no tuve el valor de abandonar el barco. Hasta ahora he probado algunas ramas de mi profesión y sigue sin gustarme, no leo arquitectura, no investigo, no diseño, no sé hacer perspectivas, no hago recorridos virtuales y ni me interesa hacerlo. Fui relativamente feliz jugando a ser Bob el constructor pero el ambiente que se vive ahí no me gustó pero para nada.
Aunque, si deseo ser justa, ningún "ambiente" me agrada, muchas veces me propongo ser más sociable pero no lo logro, estoy en mi casa y quiero salir con amigos, estoy con amigos y deseo estar en mi casa, y para seguir los clichés me sobran los dedos de las manos para contar con quienes realmente disfruto hablar y hablar y hablar y...
Supongo que a todos nos pasa que con ciertas personas sentimos hasta incomodidad física, tipo de sentir la espalda muy encorvada o muy derecha cuando estamos juntos, con miedo de no llevar un hilo de conversación y parecer simplón o de no saber cómo mostrar interés al ser oyente mientras un yiada yiada no abandona nuestro pensamiento.
Con el paso del tiempo uno aprende a preocuparse menos por caer bien, aunque en mi caso he cruzado la raya y ha aparecido mi yo descortés; en contraparte por tener conversación he contado cosas de mi vida personal que aquiénleimportan, pero bueh, así es la convivencia en sociedá.
En este momento de la vida me avergüenza un poquito regresar a mi ciudad y tener un trabajo burocrático en unas oficinas todas feítas y sin tener que desarrollar ninguna habilidad especial, no me gusta y no me hallo. Según yo, detesto a la gente elitista, pero cuando me topo con gente feliz de trabajar en un puesto similar al mío siento más vergüenza porque (ahora siento vergüenza se sentir vergüenza) su educación y aspiraciones se me hacen diferentes a la mía (e imagino una minime golpeándose la cabeza contra la pared mientras dice: de qué te crees si estamos en el mismito lugar). Por algo Al Pacino en su personaje de diablo (uy) no duda en recalcar que la vanidad es su pecado favorito. Ahí me siento un poquito menos culpable y menos especial porque si se trata de egos casi todos los humanos lo tenemos tan inflado de una o cierta forma que podríamos explotar.
Algunos creemos que el dinero nos hará más bonitos, jóvenes y exitosos, otros que nuestro amor desinteresado nos hace más dignos, otros creemos tener la verdad y que el mundo estaría mejor si tuvieran nuestro conocimiento o siguiera nuestra filosofía. Todo se vuelve en un cuento de nunca acabar, y no sé si es porque ví El extraño caso de Benjamin Button o qué, pero creo que así es, algunos somos fracasados engreídos, otros exitosos sin corazón o simples ignorantes felices y aunque reneguemos, maldigamos o estemos descontentos al final tenemos que aceptarnos tal y como somos tratando de arrepentirnos lo menos posible o al menos disfrutar el proceso, (nadar, leer, viajar, bailar, ayudar, innovar, ver las series favoritas, emborrácharse, engordar, enflacar, bailar, amárgarse, tatuarse, enamorarse, olvidar, reencontrar, fracasar, sudar, o quedarse estático como palo, algusto) ¿si no para qué?.
En fin, ahora me voy a leer un libro de superación personal y a tener mis 10 minutos de mentalización positiva pa' seguir con el rollo de mi filosofía barata y medianochera (sí como no) que aunque chafita me ha quitado un poquito la tensión que he cargado todo el día.
Ahora a dormir : D que después de haber visto a Brad Pitt espero al menos soñar con él. Aw.
G'night B!