Una semana en Cancún y sigo sin conocer el mar.

El sábado fuí a una plaza que colinda con la Laguna Nichupté. Una avenida me separaba de las costas caribeñas; en realidad fueron: Una avenida, un guía-amigo-tenía-que-ser-civil algo apático y una topógrafa cansada. Yo, junto al ingeniero nuevo me entristecí. Más cuando las noches de antro épicas me fueron arrancadas de tajo. Ya será el otro fin (más bien Domingo).

Si alguien viene a Cancún le recomiendo comprar su traje de baño desde su lugar de origen, acá matan de susto los precios. Ah, pero ya será el jueves día de paga cuando me desprenda de mi dinerito, al fin que ya le eché el ojo a uno color rojo (¿?) y con un tiempo libre para minishopping, esta playa no se me escapará más (changuitos).

Nota: Gracias hermana por echarme a perder mi único traje antes de venir...grrr.

Seguiré esperando a que me den una tarea específica que realizar. Al parecer tengo cara de no ir a obra por que no me han asignado nada ahí, sólo trabajo de oficina. Atch, yo que quiero ensuciar mis botitas caterpillar... snif, snif.


Chau.