La hiel del sol

Entre 3 caminos ya elegí, aunque, los caminos de la vida, no son como yo pensaba, no son como imaginaba, no son lo que yo creíiiia. Ash ya. Después de todo el tiempo pasa y no te puedo olvidar... ¿pero a quién?, a la familia lejana, mucha lagrimita y el eterno resplandor de un drama incompleto, porque cierto, lejos, lejos estoy, pero ni siquiera me separan océanos, fronteras, guerras o güerillos. Además nuestro amor, nuestro dulce amor es algo más que la distancia, que el dolor y la nostalgia, es algo más que una sola estación a escuchar.

Y es que en la radio vieja que cargamos en la camioneta las opciones son limitadas, entre radio jalapeño y mucho pop combinado con un bz bz bz infinito las ideas se acaloran y los frena-frena-frena-aaaargh-acasovolteasteantesdecambiardecarril-vas-muy-rápido-yayquélentovas a la orden del día están.

La hiel del sol ocurrió mientras el muchacho aquel que me enseña a manejar pensaba en nombres para no sé bien qué negocio y mi creatividad cero me entregaba frases insípidas. Tuve peores, pero ninguna se me fijó tanto. ¡Gracias brazo izquierdo tostado, regalo del divino clima primavernal!.


¿Ya mencioné que me pone triste estar lejos de casa, de perderme una fiesta con alberca y mis tacos favoritos, del sobrino que me recuerda y de los otros dos que se olvidan de mí?, y así, podría ennumerar al menos dos decenas de cosas más, pero ay qué pesado, qué pesado, mejor me pongo a revisar las fotografías de una losa con concreto sin vibrar. Duriburumbombón de azúcar...parece esta casa, ay, ay, ay, no se vaya a caer (qué bonito trabajo, neta, neta de verdad).

Hasta mañana corazón, adiós, hasta mañana...