Recuentos del 2011.
Cambié de estado civil e hice mi primer viaje a otro continente, un viaje corto, improvisado y lleno de caminatas sin un gps por el olvido/descuido de contratar un plan de datos adecuado.
Conocí Londres y París.
Aprendí que los londinenses aman dos actividades: correr y leer.
Nosotros caminábamos con dientes castañeantes, o corrijo, yo caminaba con dientes castañeantes a causa de mi aclimatamiento a mi pueblo semitropical y éramos rebasados por corredores entusiastas en pequeños shorcitos y playeritas de tirantes que a pesar de su piel enrojecida corrían a paso veloz.
En el metro compartíamos audífonos mientras la mayoría sostenía un libro, una tableta electrónica o en el menor de los casos un teléfono lleno de letras.
En París conocimos el que pensamos es el típico olor de los franceses, a decir verdad sólo en 3 ó 4 personas, una mezcla de alcohol, queso, vinagre y fruta. Un mesero nos trató con ruda cortesía y cuando el desánimo de la ciudad luz llegaba un señor afuera del cementerio de Montparnasse nos enseñó que siempre hay gente buena (hora de sacar los pañuelos y secar una lágrima pequeña).
Las crepas de nutella y Notre-Dame no podían desilusionar, eso sí.
Los viajes se viven mucho y se cuentan más pero a veces es mejor hacer un pequeño collage a modo de resumen para los oyentes o se pierde el público. Eso digo.
Yo quisiera decir que me siento diferente a los 31, porque sí, también fue mi cumpleaños.
Me siento más, pero más Frida, son esos pedazos de vida que se le van pegando a uno.
Me queda esperar el año 2012, que a decir verdad me parece un buen número, me gusta, cosa que no me pasaba con el 2011 y aún así fue bueno.
2012 acá te espero, trataré de no fallarte.
2011 fue el mejor año para mi en mucho tiempo... así que 2012, agárrate por que ahi te vamos, canijo!!
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