Hace años le di como dos carpetazos a este lugar, de lo único que me arrepiento es de los comentarios perdidos, la posibilidad de releerlos implicaría encontrar personas que la mala memoria sin gynko biloba no logró retener.
La luz de la televisión enciende la playera de la pijama improvisada, aunque el calor se aplacó un poco por la lluvia algo me dice que debo perderle miedo a las pijamas de pantalones cortos y de mangas inexisentes, me animaría si no me hubiera timado esa empresa de depilación por láser, me digo con voz bajita, pero los problemas de autopercepción van más allá. Digamos que pagarme la eliminación de ciertos elementos capilares no estaría de más.
Mi playera es amarilla, tiene la caricatura de un político que alguna vez defendí, Hoy el ánimo es como antes, en esos años pasados en que el mundo era demasiado gris, aunque no lo suficiente para parecer nublado y quitarme este calor. Vamos con los temas cíclicos.
Con la tele encendida que tiene al eterno donjuán que propone matrimonio a alguien que se toma el anillo de la copa de champán.
Champán me gusta más que champagne. Eso creo, aunque de lo francés me gustan las uñas de esa bloggera famosa, una que se pinta de colores metálicos con una media luna dorada, la del anillo en forma de venado y la boda llena de macarons.
Hace como dos años probé unos macarons y no fueron lo que esperaba. No fue una decepción tan grande. Hay peores.