lunes, 8 de junio de 2009

My own personal Luvina



Es la Luvina que se lleva en el interior, que no se desepega, que acompaña en los viajes y en los intentos. Uno piensa que se deja a Luvina, que uno es un hombre de esos que se marchan y dejan a las mujeres y a los ancianos, pero al verse en el espejo se encuentra con un abandonado, que lo mira a los ojos y se reconoce con una satisfacción tristísima.

Este lugar no es frío, ni con viento, al contrario, como otros cuentos de Rulfo el sol abrasa hasta las fosas nasales. No quedan más que sueños de grandeza que a ojos terceros provocan risa. Uno puede ser cínico y mofarse de aquellos pero al final no se escapa a ser parte del cuadro.

Como digo, no es nada más es esta ciudad, a la ciudad uno se la lleva, como yo en el corazón. No en un tono poético, es que me mato por averiguar cómo arrancarla.

Me siento, bebo una cerveza imaginaria,

y me recuesto y duermo.


2 comentarios:

  1. Sé que no tiene nada qué ver, pero tu post me recuerda la película de los Simpson. En especial por la epifanía de Homero en Alaska que lo hacer regresar a Springfield.

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  2. mulder x...

    cada vez q leo a rulfo me transporto a los pequeños pueblos q existen en mexico donde pareciera q se ha detenido el tiempo y en donde a las personas q lo habitan no les interesara el mundo "civilizado"...

    saludos

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