Alguien nombra a los blogs y regresan las ganas de revivir al pequeño zombie. Los zombies siguen de moda, aunque los que odian lo mainstream piden su muerte inmediata. Mejor comparación no encontré. Por esa falta de imaginación es que no me dedico a contar cosas, quizá.
A veces me asomo a las publicaciones pasadas y me avergüenza un poco el drama. A pesar de que me defino como intensa en asuntos sin importancia creo que un poco de madurez debió llegar a mí. La verdad es que esa madurez no es aceptada por el miedo a envejecer.
El kidultismo colgado en la pared como el retrato de Dorian Gray.
Envejecer no va ligado, necesariamente, a dejar de ser un idiota pero en mi caso me ha dejado ser más fluida, resbalar por la vida sin tanta fricción. No siempre lo logro pero sí con mayor frecuencia. Al final no fue tanto porque volví a darle una vuelta al blog, ese que tiene mi lado angst.